jueves, 7 de mayo de 2009

EPISODIO 40. BUILT TO SPILL.


Su primer disco es poco más que una maqueta siguiendo con poca fortuna el camino de Sonic Youth y Dinosaur Jr. La banda parece improvisar en muchos momentos (en el peor sentido de la palabra improvisar), sin alcanzarse unos a otros. Que la grabación suene a cascajo tampoco ayuda a que tengamos una buena consideración de Ultimate alternative wavers. El notable talento de Doug Martsch nunca habría salido a la luz de no ser porque continuó escribiendo canciones.
El nombre de Built to spill remite a pop de melodías frágiles y a rock de estructuras ingeniosas y guitarras intrincadas. Una voz nasal que a primera escucha quizá no llame mucho la atención y termina haciéndose querer. Cinco discos tal vez un tanto olvidados y sin embargo rotundos que merecen ser descubiertos o redescubiertos.








Si escuchas Reasons, la segunda canción de There´s nothing wrong with love, te preguntas dónde estaban esas estructuras, ese estribillo ingenioso, esa base rítmica que conduce a la perfección de una sección a otra...¿dónde estaba todo esto en el primer disco? Misterios de la música. La voz de Martsch (casi siempre doblándose en dos) encuentra por vez primera dónde y cómo sonar. Todo un descubrimiento de rock agrio y dulce que rebosa creatividad, parones y ritmos imaginativos. Las transparentes guitarras rítmicas que se convertirían en seña de identidad ya estaban ahí conduciendo los primeros acordes. Luego llegaban puentes entrecortados, estribillos flexibles como chicle. ¿Unos Pavement a lo Neil Young rebozados de desolación? Algo así. La cosa prometía.

Perfect from now on es su disco más oscuro, con largos desarrollos y gigantes estribillos sumergidos entre guitarras que llevan la voz cantante. Era su salto a un sello grande y supongo que el tipo de disco que entregaron les disparó hacia el malditismo de no ser populares. Las letras descubren a un Martsch pletórico, descreído y ácido ("nadie quiere oir acerca de lo que has soñado, a menos que hayas soñado con ellos"). Keep it like a secret, Ancient melodies of the furure y You in reverse completan su discografía añadiendo diferentes enfoques al sonido Built to spill. Quien no los conozca haría bien en empezar por Keep it like a secret, más convencional que el resto, quiero decir, más pop. La verdad es que, aparte de ese inicio ya suficientemente vapuleado aquí, sus cinco discos son un recorrido por parte de lo mejor que nos han dado estos últimos veinte años musicales.
Doug Martsch ha publicado un disco aparte de la banda (la cual, dicho sea de paso, es básicamente él y diferentes compañeros de viaje más o menos duraderos). Su título es Now you know y no puedo decir mucho sobre él hasta que no le dé más escuchas. Built to spill preparan nueva entrega.

martes, 5 de mayo de 2009

EPISODIO 39. MASSIVE ATTACK.







Soul evocador, atmosférico, ensoñador y oscuro a partes iguales. Al soul podían dársele nuevas lecturas más allá del sonido clásico de los singles de la motown. El reggae podía contagiar el resultado. Entrados en los noventa, Massive Attack se inventaron esta especie de música de club sinuosa de inspiración dub y plenamente soul. Soul oscuro, sampleados esparcidos de jazz y funk, rapeados robóticos y distantes que nada tienen que ver con el hip hop oficial de fraseados puestos en primer plano de la mezcla. Massive Attack habían dado con la fórmula de un nuevo sonido muy viejo. La diva soul flotaba sobre capas de teclados enigmáticos y ritmos hip hop. Sobre una sutil neblina de reverb y misterio. Blue lines presentaba todos estos aciertos y muchos más.










Protection y su relectura dub, No protection, Mezzanine y 100th window son los siguientes episodios de una discografía densa que ha padecido altibajos creativos y cambios de formación. Producciones meticulosas donde cada detalle cuenta. Sintetizadores etéreos que dan refuerzo puntual a la voz. Hirientes orquestaciones. Bajos rocosos y ritmos matizados hasta el infinito. Ambientes opresivos o aparente desnudez en la que se cuelan certeros detalles.
Eran la banda sonora de los primeros bombardeos sobre Irak y de algún modo han seguido desplegando sus sonidos claustrofóbicos y su bizarro reggae inquietante en las dos décadas siguientes. Su música se hizo casi oclusiva a la altura de Mezzanine, un raro prodigio de estudio cargado de guitarras tensas y con un balance sorprendente entre electrónica y pulso orgánico. Su traducción al directo resultaba simplemente sobrecogedora. Te dabas cuenta de que el rock, sea de la especie que sea, no podía alcanzar a tocar esas emociones de ese modo.


Han sabido crear canciones reinterpretables por diferentes voces, lo cual supone un cambio brusco en la tradición del cantante para toda la vida. La voz de Del Naja, su fraseo urgente y particular, unifica muchas de sus canciones, pero Massive Attack destacan por no poseer una voz, sino muchas (la cantante de Cocteau Twins, Sinead O´connor, Horace Andy, Tricky, Shara Nelson...). En directo nuevos invitados reinterpretan sus clásicos aportando nuevas visiones.
Mención aparte merece el diseño visual del que se han rodeado. Portadas, libretos, videos, iluminación de escenario...

Me sorprende gratamente que a estas alturas discos como Blue lines puedan sonarme incluso refrescantes, cargados de ideas expuestas sutilmente. Nada de brochazos. Pinceladas. Supongo que es cuestión de producción, el caso es que Massive Attack han sabido dotar a sus grabaciones de un sonido hecho para durar. Al menos, para durar bastante más que la masiva producción de música electrónica enlatada fabricada y pensada para consumirse como quien pone en el mercado galletas. Volviendo a Blue lines, su sonido no me hace pensar en un disco de electrónica de principios de los noventa. Más bien me trae a la cabeza a King Tubby, no sólo por la referencia dub, sino por el sello de atemporalidad.
Aunque la etiqueta a su sonido fue fulminante e instantánea, básicamente Massive Attack han ofrecido una excelente colección de ritmos y atmósferas con gran poder sugestivo. Música reflexiva que captura los sentidos y sabe representar diversas emociones. Un disfrute vigente.